La vieja - FABULA DE SAMANIEGO

Tenía cierta vieja la costumbre,
al meterse en la cama,
arrimarse en cuclillas a la lumbre,
en camisa, las manos a la llama.
En ese breve rato,
le hacía un manso gato
dos mil caricias tiernas:
pasaba y repasaba entre sus piernas.
Y como en tales casos la enarbola,
tocaba en cierta parte con su cola.
Y la vieja cuitada
muy contenta decía: Peor es nada.

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